Por Carlos Ambatese.
Macri se enoja. Habla enojado. Culpa a otros. No sabe exactamente desde que lugar habla. Desde que lugar simbólico se entiende: es el presidente abandonado por su base de sustentación política y, al mismo tiempo, el candidato completamente derrotado en las elecciones primarias. Esta vez, no hay globos ni papelitos, ni música de fiesta. No le queda ni la potestad autoritaria de mandar a dormir cuando se hace tarde. Ni en eso le responden.
El lunes ensaya otra estrategia. Desentendido de toda pauta institucional se sienta en una conferencia de prensa de presidencia como candidato y suma a la confusión al candidato a vicepresidente Miguel Pichetto. La situación se acerca peligrosamente a la utilización de los recursos públicos para fines privados pero en la Argentina esas sutilezas legales no corren para los gobiernos conservadores. Contesta con fastidio. No dice nada en un momento en donde no decir nada es decir mucho. Pichetto aclara. En cada aclaración, oscurece. La conferencia parece irreal pero es real
Los mercados, esa entidad siempre desconocida para los argentinos (¿quiénes son “el mercado”? ¿Qué nombres y apellidos?) avanza con carta blanca para hacer sus negocios con ganancias extraordinarias. No hay freno. En realidad, no hay intención de frenarlos. Por el contrario, la situación es ideal para todos y cada uno de los sectores privilegiados por el modelo económico actual. La timba sigue…Las Pymes (las que aún resisten) caen. La crisis, hasta aquí existente pero bastante silenciosa, comienza a percibirse en la calle.
El gobierno nacional sufre una doble crisis. Por un lado, la crisis económica autogestionada que lleva a millones de argentinos a no saber cómo resolver su diario vivir en lo económico. Por otro, una crisis de credibilidad. Hasta el domingo, existía la posibilidad de que ciertos sectores sociales, que habían apoyado en años anteriores al actual modelo de gobierno, siguieran haciéndolo. Desde el domingo, esos sectores expresaron su profunda decepción hacia el presidente Macri y todo lo que el mandatario representa. Eso es lo que blanqueó el resultado electoral de las elecciones primarias.
La reacción de Macri deja bastante que desear aunque no sorprende. Imposibilitado por sus alianzas económicas y políticas de darle un giro significativo al modelo económico, intenta medidas paliativas irrisorias, de lenta implementación, carentes de solidez en cuanto al ciclo económico emprendido por este gobierno y que no tienen ninguna posibilidad de generar un alivio real en el bolsillo de los argentinos. Por supuesto, en relación a los sectores privilegiados por la política económica implementada en los últimos tres años, nada, ni una palabra. Para esos sectores, que el dólar o la tasa de interés suban es una nueva oportunidad de negocios suculentos. Para los trabajadores es hundirse en la pobreza. En el mejor de los casos, ver la casita que se viene abajo, el pibe o piba que debe volverse de la universidad a dar una mano para llegar a fin de mes, parar el auto en el garage y sacar la bicicleta. En el peor, no saber como darle de comer a los chicos, enfermarse…morir de frío.
Ante este escenario, Macri ofrece 1 litro de leche al día o una garrafa a la semana. Hasta octubre, obvio. Después vuelve el país del sábado 10 de agosto. Mientras tanto se piensa la estrategia electoral que haga posible la continuidad en el gobierno para profundizar el modelo económico neoliberal. Intento de incluir en la crisis a los candidatos opositores (criticados minuto a minuto durante tres años), discursos con una autocrítica ficticia (todas las medidas anunciadas favorecen a los mismos sectores de siempre), reuniones maratónicas y dirigencialmente multitudinarias (entre quienes han conducido al país a la situación presente ¿por qué serían ellos mismos quienes lo sacarían ahora?) y la eterna apelación a la emotividad de los argentinos. En definitiva, Plan A: reelección de Macri y profundización del modelo. Plan B: sacrificar políticamente a Macri pero salvar a Vidal y reconquistar la provincia de Buenos Aires. Plan C: irse del gobierno en diciembre pero dejar una situación económica condicionada para el próximo gobierno.
En cualquier caso, nada de producción y trabajo. Todo está por verse. Veremos como sigue…