El programa de Gobierno del electo presidente de Chile, Gabriel Boric, sumado a varias de sus declaraciones y promesas de campaña, permite suponer que el país tendrá un giro importante en su política exterior, aunque alguno de esos cambios, serán paulatinos.
Aunque el triunfador del balotaje del domingo pasado prometió conformar su gabinete "lo más pronto posible", nadie supone que antes de mitad o fines de enero pueda estar el nombre del nuevo canciller, que reemplazará a Andrés Allemand.
Además, las relaciones exteriores no estuvieron en el centro de la discusión en los tramos finales de la campaña, aún cuando algunas cuestiones (la migración o las ambientales, por ejemplo) hoy son problemáticas centrales para Chile.
Una de las excepciones fue la situación política en Cuba y las protestas opositoras de este año. Fue uno de los temas que más dividió las aguas en la primaria que dirimió Boric con el experimentado alcalde comunista Daniel Jadue: mientras este último dijo que no tenía "antecedentes suficientes que digan que hoy hay violaciones a los derechos humanos en estas manifestaciones", el ahora Presidente electo se "solidarizo con el pueblo cubano que hoy día se está manifestando en contra del Gobierno". "Tengo un solo estándar en materia de violaciones a los derechos humanos, son inaceptables", agregó.
Más tarde, lejos ya de esas discusiones y sin entrar en detalles, el mismo exdirigente juvenil o algunos de sus allegados hablaron de "dar un giro en política exterior", lo que causó cierta inquietud en varios sectores de un país en el que el concepto de "política de Estado" se repite casi mecánicamente como un mérito que excede a los partidos. Quizás por eso, el propio Boric destacó esta semana que "es importante tener política de continuidad" en esta área.
El equipo de Relaciones Exteriores de Boric –que encabezó el senador y dirigente de la coalición Apruebo Dignidad Juan Ignacio Latorre- impulsa también una "agenda latinoamericanista", de modo de "enfrentar de manera colectiva las migraciones, la crisis climática, el crimen organizado y narcotráfico, la crisis político-humanitaria venezolana y la cooperación sanitaria en el contexto de la pandemia global", según el legislador.
Se da por hecho que con Boric en La Moneda se aceitarán las relaciones con los Gobiernos considerados como progresistas de la región, en especial la Argentina y Perú, y se estará muy atento a eventuales cambios de orientación en Brasil y Colombia, según lo que ocurra en las elecciones del año próximo.
Sobre la Argentina, Latorre adelantó esta semana que "probablemente" podría ser el primer destino exterior de Boric una vez que asuma el próximo 11 de marzo.
Bolivia será, para el mandatario electo, un caso especial: una revisión de entrevistas que hizo el diario paceño Página Siete muestra una postura dura de Boric sobre la demanda de salida al mar: "La soberanía no se negocia y hay políticas de Estado; me parece que hay temas en los cuales uno tiene que tener una política de largo plazo", dijo en su momento.
Pero confió en "mejorar sustantivamente las relaciones con Bolivia" y hasta se esperanzó en "poder terminar con esta vergüenza de que todavía, hasta hoy, no tengamos una embajada en Bolivia".
Una preocupación que, al parecer, Boric no tendrá es qué hacer con Prosur, la iniciativa con la que el presidente saliente Sebastián Piñera intentó ocupar el lugar de la Unasur, pero en modo liberal-conservador. Logró la adhesión inicial de ocho países pero, a esta altura, parece herida de muerte.
Todo empezará a dilucidarse, primero, cuando el futuro jefe del Palacio de La Moneda designe a su canciller y después, pasada la asunción, cuando dé sus primeras señales hacia afuera.
Mientras, un repaso por el programa de Gobierno con el que Boric llegó al triunfo permite visualizar algunas premisas de lo que será su gestión en materia de relaciones internacionales:
- "La política exterior chilena debe transitar, con urgencia, hacia un nuevo ciclo político. Nuestro estatus internacional puede fortalecerse mediante una cooperación flexible, concertada y sustentable".
- "Nuestro país recuperará su vocación multilateralista, su prestigio y su legitimidad internacional. Nuestro Gobierno promoverá agendas de futuro, en base a una vocación latinoamericanista desde el sur global, respetuosa de los derechos humanos, del derecho internacional, de la cooperación, de los tratados internacionales y la sustentabilidad".
- "La integración y cooperación regional se basará en aspectos económicos, sociales y culturales, bajo criterios de reciprocidad y solidaridad, para propender a una buena convivencia entre países".
- "Ningún asunto internacional (migración, cambio climático, crisis económicas, etcétera) se puede resolver sin una sólida perspectiva de género".
- "Habrá un proceso participativo desde el Ministerio de Relaciones Exteriores para definir e implementar una Política Exterior Feminista, que tendrá como objetivo institucionalizar y transversalizar el enfoque de derechos humanos, la perspectiva de género y la interseccionalidad".
- "Política exterior turquesa, esto es transversalizar las agendas de lucha y mitigación contra la crisis climática y ecológica global (componente verde) y las agendas de protección y administración del océano (componente azul). Se trata de un enfoque transformador para que Chile se consolide como un referente internacional en la lucha contra la degradación ambiental, y para contrarrestar los impactos negativos y regresivos de la crisis climática".
- "Propiciaremos, a través de los mecanismos ya existentes y cuando sea necesario, la actualización y modernización de nuestros tratados comerciales, para enfrentar con mejores herramientas los desafíos globales que amenazan nuestro bienestar. Estas iniciativas se realizarán respetando la institucionalidad, el derecho internacional y las cláusulas de los propios tratados, y siempre que exista acuerdo mutuo entre las partes".
Este último punto generó algún discrepancias porque un grupo de excancilleres reclamó respeto a los compromisos internacionales.
