La situación ha llegado a manos de la Policía Federal que ya investiga si hubo crimen de "genocidio u omisión" por parte de los integrantes del anterior Ejecutivo "ante los reiterados pedidos de ayuda" de los yanomamis.
"Una investigación sin fronteras (...) hubo centenas de documentos oficiales enviados a ministerios y organismos públicos. Ahora esas personas deberán explicar por qué, una vez avisadas, no hicieron nada", explicó el ministro de Justicia Flávio Dino. En su opinión, las penas podrían llegar hasta los 30 años de prisión.
Desde su campaña electoral, Lula prometió combatir la devastación de la selva amazónica, especialmente en las reservas indígenas. Al llegar al gobierno creó el Ministerio de los Pueblos Indígenas y colocó a una indígena al frente, la conocida activista Sonia Guajajara, convertida en la primera ministra indígena de la historia de Brasil.
Otro cambio relevante fue poner a Joenia Wapichana, primera diputada indígena en este país, al frente de la Fundación Nacional del Indio (Funai), que fue rebautizada como Fundación Nacional de los Pueblos Indígenas porque la palabra "indio" se considera discriminatoria.
Este organismo estatal para los asuntos indígenas quedó muy militarizado y con sus competencias diezmadas por la acción de Bolsonaro. El Ejecutivo de Lula destituyó esta semana a más de 40 uniformados de la Funai. Unos movimientos políticos que se han notado de manera inmediata.
El Gobierno ha ofrecido datos estremecedores: en 2022 murieron 99 niños yanomamis por desnutrición, neumonía o diarrea –todas enfermedades evitables–, y en los cuatro años de gestión de Bolsonaro fallecieron 570 menores en todo el territorio.
Un equipo del Ministerio de Salud viajó la semana pasada a la zona para estudiar la situación. Cuatro días después se declaraba el estado de emergencia de salud pública. Más de 1.000 indígenas han podido ser atendidos, y los casos más graves son trasladados a Boa Vista, la capital de Roraima, estado fronterizo con Venezuela. Hay más de 50 niños en cuidados intensivos.
Acompañado por Wapichana y Guajajara, y otros cargos gubernamentales, Lula visitó Roraima y fue tajante al decir que estaba "estremecido", culpó a Bolsonaro de cometer un genocidio y anunció la lucha contra el 'garimpo (minería ilegal)'.