Góndolas vacías, una imagen habitual en los supermercados norteamericanos desde los últimos días. |
Rollos de papel higiénico, zapatillas deportivas y juguetes son estos días objeto de deseo en Estados Unidos por culpa de la crisis de desabastecimiento que recorre el mundo y que ha gripado la actividad en la meca del consumo.
En vísperas de la temporada comercial más intensa del año, entre Acción de Gracias y Navidad, el estrangulamiento de la cadena de suministro acumula demoras y disfunciones, las primeras como efecto del parón de la pandemia; las otras, por debilidades sistémicas, pero también coyunturales, como la falta de mano de obra.
Una vez descargadas las mercancías en los puertos, faltan lugares de almacenaje y conductores para transportarlas por carretera, para no tener que depender del mal estado de muchas vías férreas. Se trata, en suma, de la congestión de un sistema anquilosado que el presidente Joe Biden pretende solventar, entre otras medidas, con su ambicioso plan de infraestructuras, de ardua tramitación en el Congreso.
Ese cúmulo de circunstancias ha convertido este cuello de botella en una auténtica opresión para la economía estadounidense, pues se añaden la fiebre consumista tras año y medio de contención y un incremento de los precios alimentado a su vez por la escasez: el precio de la carne había subido un 13% hasta septiembre; el de la gasolina, un 42%.
El propio secretario de Transporte, Pete Buttigieg, ha asumido que el cuello de botella puede prolongarse el año próximo, y señalado que no es solo un problema de déficit de la oferta, sino también de exceso de la demanda: “La demanda está fuera de control, con las ventas minoristas por las nubes”, dijo el pasado domingo.
En la misma línea se ha manifestado la Federación Nacional de Minoristas (NRF, en sus siglas inglesas), la asociación de comercio minorista más grande del mundo: “EE UU no se está quedando sin existencias por la crisis en la cadena de suministro. EE UU se está quedando sin existencias porque los estadounidenses están comprando demasiado”.
Los planes de estímulo contra la pandemia adoptados por las administraciones de Donald Trump y Joe Biden proveyeron a los estadounidenses de efectivo, en forma de cheques semanales, y ahora la liquidez se sustancia en esta orgía del gasto.