(REUTERS) - El sábado, Rusia anunció la detención de los cuatro presuntos responsables de la masacre en una sala de conciertos cerca de Moscú, mientras que el presidente Vladimir Putin prometió encontrar y castigar a los culpables del ataque.
Aunque el grupo islamista Estado Islámico reclamó la responsabilidad del atentado del viernes, hay indicios de que Rusia está investigando un posible vínculo con Ucrania, a pesar de las negativas rotundas de las autoridades ucranianas.
El gobernador regional de Moscú, Andrei Vorobyov, informó que en un período de 24 horas se recuperaron 133 cadáveres entre los escombros, y que los médicos están luchando por la vida de 107 personas heridas.
Inicialmente, la redactora jefe de la televisión estatal, Margarita Simonyan, había citado 143 víctimas sin proporcionar una fuente específica.
En un discurso televisado, Putin anunció la detención de once personas, incluidos los cuatro hombres armados. También mencionó que intentaron escapar y dirigirse hacia Ucrania, donde aparentemente se les preparó una ruta para cruzar la frontera estatal.
El Servicio Federal de Seguridad ruso (FSB) afirmó que los atacantes tenían contactos en Ucrania y fueron capturados cerca de la frontera, siendo trasladados a Moscú. Sin embargo, ni Putin ni el FSB presentaron pruebas públicas de esta relación.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, calificó las acusaciones de Putin como típicas de él y de "otros matones" que intentan desviar la culpa. Además, el portavoz de la inteligencia militar ucraniana negó cualquier implicación de Ucrania en el atentado.
El Estado Islámico tiene un motivo claro para atacar a Rusia, especialmente después de su intervención en la guerra civil de Siria en 2015. Los analistas de seguridad consideran plausible la reivindicación del grupo, ya que se ajusta al patrón de ataques anteriores.