
El 17 de septiembre de 2024, un hecho tan insólito como alarmante ocurrió en la Plaza Libertad de Balcarce: una enorme rama se desprendió de uno de los árboles que adornan este emblemático espacio verde, cayendo violentamente sobre el “Honguito”, un símbolo arquitectónico de la ciudad. Milagrosamente, nadie se encontraba en el lugar en ese momento, pero el incidente puso de manifiesto una triste realidad: el deterioro y la desidia que rodean el cuidado del patrimonio local.
El impacto del voluminoso gajo no solo quebró la estructura que sostenía el techo de cemento del “Honguito”, sino que también destapó una serie de negligencias que parecen haberse normalizado en la administración municipal. La respuesta inicial de las autoridades fue cercar el área y dejar la pieza arquitectónica en el estado en que quedó tras la caída, alegando que no podía ser tocada por su condición de patrimonio histórico. Esta decisión, más que una medida de protección, resultó en una exhibición de inacción.
La preocupación manifestada oportunamente por el Colegio de Arquitectos de Balcarce fue un aviso de alerta que no puede ser ignorado: el deterioro general de la plaza, caracterizada por las obras del célebre Francisco Salamone, es evidente. Elementos únicos, como el banco ornamental conocido como “el honguito”, han sido descuidados, arriesgando no solo su integridad estética y general, sino también su valor simbólico para la comunidad. ¿Qué significa para una ciudad tener un patrimonio que languidece en la indiferencia?
A 141 días del incidente, la situación ha cambiado mínimamente. Una grúa de gran porte fue utilizada para retirar la parte superior de la estructura, una acción que llega tarde y que refleja una gestión ineficaz frente a un patrimonio que debería ser cuidado con esmero. Aunque es un alivio que se haya tomado esta medida para evitar un riesgo mayor para los transeúntes, la lentitud y la falta de planificación en la respuesta inicial son inaceptables. ¿Por qué se esperó tanto tiempo para actuar?

Es fundamental que las autoridades comprendan que el patrimonio no es solo un conjunto de objetos; es la memoria colectiva de una comunidad. La Plaza Libertad, con sus obras de Salamone y su historia, debería ser un lugar de encuentro, reflexión y celebración, y no solamente en momentos como la Fiesta Nacional del Automovilismo. Sin embargo, la desidia en su cuidado amenaza con convertirla en un mero decorado de un pasado que se desmorona.
A casi cuatro meses de la destrucción accidental de la pieza arquitectónica, durante las últimas horas las autoridades, sostenidas por algún que otro medio de comunicación acólito que lo anunció en el mismo sentido, intentaron mostrar la "gestión" de mover la pesada estructura, a solo un par de metros sobre el suelo. Lo cierto es que más allá del grupo de trabajadores y una máquina, no hizo falta más que la decisión. Enhorabuena que la tomaron.
Si no se actúa con responsabilidad, corremos el riesgo de perder no solo el “Honguito”, sino también la esencia de lo que significa ser parte de la identidad balcarceña. En este caso, el silencio no es oro, sino una señal de advertencia que debemos escuchar y atender urgentemente.