
En el vértigo previo al cierre de listas, el PRO bonaerense junto al desdibujado radicalismo se debaten en una disyuntiva existencial: preservar su identidad macrista o capitular ante el embate de La Libertad Avanza. Este dilema adquiere matices singulares en Balcarce, donde el intendente Esteban Reino -pese a su génesis radical- encarna la facción más ortodoxa del espacio, aquella que responde con aparente lealtad a Mauricio Macri antes que a los epígonos del libertarismo. La etiqueta de "intendente PRO" que le endilgara Infobae tras su encuentro con el expresidente, ocurrida hace exactamente un mes, no hace sino rubricar esta filiación.
Tras la fachada de hermetismo -esa estudiada omisión de fotografías y declaraciones que delaten confabulaciones- se esconde una fractura insoslayable al interior del espacio que gobierna en Balcarce desde 2015 bajo el paraguas de Juntos por el Cambio. Dos facciones se perfilan: los que urden negociaciones en la penumbra, y quienes como el secretario de Hacienda municipal Francisco Ridao, abanderan sin tapujos el acercamiento al movimiento libertario.
Es cierto, también, que el tono de esas negociaciones tuvo un giro luego del último domingo, cuando por medio de los comicios desarrollados en CABA los libertarios dejaron relegado a un lejano tercer lugar al partido de Macri, rompiendo una hegemonía de victorias electorales que se sucedieron de manera ininterrumpida a lo largo de 20 años en la capital del país.
Macri, en un gesto que delata tanto prudencia como cálculo político, delegó las negociaciones en el diputado Cristian Ritondo, mientras el presidente Milei sentencia confiado la "inevitabilidad" de estos acercamientos. En este contexto, Balcarce se erige en laboratorio de las tensiones entre el establishment político y los nuevos paradigmas. Las próximas semanas dilucidarán si este distrito se pliega a la hegemonía libertaria o se constituye en baluarte de la tradición, en lo que bien podría interpretarse como el ocaso de una era y el alumbramiento de otra.
Queda suspendido en el aire un último vuelo de conjetura: la incógnita no parece radicar en si todos embarcarán o no en la misma nave, sino en qué manos reposará el timón.
Tras la fachada de hermetismo -esa estudiada omisión de fotografías y declaraciones que delaten confabulaciones- se esconde una fractura insoslayable al interior del espacio que gobierna en Balcarce desde 2015 bajo el paraguas de Juntos por el Cambio. Dos facciones se perfilan: los que urden negociaciones en la penumbra, y quienes como el secretario de Hacienda municipal Francisco Ridao, abanderan sin tapujos el acercamiento al movimiento libertario.
Balcarce: microcosmos de la pugna provincial
Este distrito serrano deviene en paradigmático de la convulsión que estremece al PRO bonaerense, y por arrastre al radicalismo. Desde hace meses, el ajedrez político local se articula en torno a cónclaves donde se disecciona minuciosamente cada eventual escenario de alianza, siempre condicionado por los vientos que soplen a nivel seccional y provincial. Fuentes allegadas a LLA -que tiene en el concejal Ángel Enrique Guillén a su paladín local- revelan con sorna cómo "los peludos [radicales] están desesperados por un acuerdo", en tanto que la coalición con el PRO se presumiría tácitamente consumada, pese a la cautela que Reino insiste en mantener.Es cierto, también, que el tono de esas negociaciones tuvo un giro luego del último domingo, cuando por medio de los comicios desarrollados en CABA los libertarios dejaron relegado a un lejano tercer lugar al partido de Macri, rompiendo una hegemonía de victorias electorales que se sucedieron de manera ininterrumpida a lo largo de 20 años en la capital del país.
La grieta macrista: entre la obediencia debida y la seducción libertaria
La cartografía interna del PRO bonaerense exhibe fisuras irreconciliables. Mientras intendentes como Guillermo Montenegro (General Pueyrredón) y Ramón Lanús (San Isidro) abrazan con fervor el viraje libertario, y otros como Diego Valenzuela (Tres de Febrero) ya han desertado abiertamente hacia LLA, el Jefe comunal de Balcarce se atrinchera en el reducto macrista junto a Soledad Martínez (Vicente López) y Pablo Petrecca (Junín), custodios de la ortodoxia del espacio que, en el caso de Reino, lo catapultó al Ejecutivo hace ya casi una década.Macri, en un gesto que delata tanto prudencia como cálculo político, delegó las negociaciones en el diputado Cristian Ritondo, mientras el presidente Milei sentencia confiado la "inevitabilidad" de estos acercamientos. En este contexto, Balcarce se erige en laboratorio de las tensiones entre el establishment político y los nuevos paradigmas. Las próximas semanas dilucidarán si este distrito se pliega a la hegemonía libertaria o se constituye en baluarte de la tradición, en lo que bien podría interpretarse como el ocaso de una era y el alumbramiento de otra.
Queda suspendido en el aire un último vuelo de conjetura: la incógnita no parece radicar en si todos embarcarán o no en la misma nave, sino en qué manos reposará el timón.