Ya durante el año pasado, durante los meses de febrero y septiembre, habíamos publicado artículos respecto a la situación desagradable que se apreciaba ya en el cementerio municipal, tanto en el exterior como dentro de él, incluso antes de las restricciones propias de la pandemia.
Esta semana volvió a repetirse la triste postal. En este caso -y nuevamente- producto de la basura desparramada que, además del impacto visual negativo que produce, genera olores nauseabundos, junto a la presencia de roedores.
Quien visite la necrópolis local, podrá observar que los contenedores de basura, tanto el ubicado sobre el frente de calle 39 como el emplazado en el ingreso lateral de calle 62, se encuentran desbordados de residuos. Residentes de los alrededores del cementerio expresaron que el servicio de recolección es lo que está fallando: "a veces no pasan por días por acá", expresó una vecina.
Vale recordar que, más allá del simbolismo o los significados que impliquen para la comunidad, el cementerio cuya obra pertenece al arquitecto Francisco Salamone fue declarado en 2001 "Patrimonio Cultural" de la provincia de Buenos Aires.