

En un movimiento que define su estilo de gestión y que podría estar abriendo una grieta al interior de su propio espacio político, el intendente de Balcarce, Esteban Reino, se erige como uno de los líderes de un grupo de jefes comunales radicales que decidieron negociar “sin intermediarios” con el Gobierno de Axel Kicillof. La audaz estrategia, que busca asegurar partidas para los municipios, no estaría exenta de costos, generando roces con la cúpula partidaria y un futuro incierto para el diálogo con la Provincia.
En lo que será la segunda mitad de su tercer y último mandato al frente de la Municipalidad, Reino demostraría una vez más su perfil pragmático y autonomista. Fue parte activa de la comisión de intendentes que, descreída de la negociación a través de los legisladores, optó por “rosquear solos” y gestionar audiencias directamente en los ministerios para defender el presupuesto 2026. Sin embargo, esta iniciativa habría generado un palpable malestar dentro del radicalismo provincial, desde donde estarían viendo con preocupación cómo algunos intendentes “se cortan solos”, debilitando la estrategia unificada del bloque y la autoridad de sus propios legisladores.
Una reunión clave, en vilo
La pulseada, que tenía como próximo paso una mesa de diálogo de alto nivel con el ministro de Economía provincial, Pablo López, enfrentaría un nuevo obstáculo. Según trascendió, y como consecuencia de este “manoseo” en las tratativas, la reunión prevista para este próximo lunes estaría cancelada hasta nuevo aviso. Este desarrollo estaría marcando un punto de tensión máxima, ya que el encuentro con López era considerado el objetivo principal de los intendentes para elevar sus reclamos directamente al centro de la toma de decisiones económicas.Para Reino, esta situación pondría en juego su estrategia de llevar las necesidades de Balcarce a la mesa chica provincial. Su postura dentro del "pago chico" local, históricamente crítica hacia el gobernador Kicillof –a pesar de las numerosas obras que el distrito ha recibido– se vería ahora complejizada por un doble frente: la resistencia del oficialismo a conceder un diálogo directo para no quedar enmarañado dentro de una discusión que le es ajena, y la incomodidad interna dentro de su propia fuerza boina blanca.
Con este accionar, el jefe comunal balcarceño estaría consolidando una imagen de gestor frontal, aunque las consecuencias finales de esta pulseada aún estarían por definirse. El posible fracaso de la reunión con López representaría un revés para su plan de garantizar recursos equitativos, al tiempo que profundizaría las tensiones con sectores del radicalismo que podrían considerar contraproducente esta exposición unilateral.
En el inicio del penúltimo año de lo que será -por ahora- su última gestión comunal, Reino parece dispuesto a asumir todos los riesgos, aunque ello implicaría navegar aguas turbulentas tanto afuera como dentro de su espacio político, pero con la aparente intención de "volar más alto" y eventualmente ser uno de los ordenadores de las tropas radicales de la provincia.
